Con el uso que han tenido los clones en el mundo del cómics (Bizarro, Superboy, Wonder Girl, Araña Escarlata, Ragnarok...) y en la ciencia ficción, es curioso que tardaran tanto en darles cabida en las series mutantes. Fue con Mister Siniestro, genetista malévolo con pinta de Drácula (bastante mejorado en la etapa actual de Patrulla X) y su banda de asesinos psicópatas conocidos como Merodeadores, a los que tenía clonados por si a alguno pasaba a mejor vida (como sucedió varias veces). Sin embargo, hay casos más importantes:
- Madelyne Pryor: Un problema de derechos trastocó los planes que tenía el guionista Chris Claremont para su saga "La Masacre Mutante", obligándole a crear al ya mencionado Mr Siniestro. El científico loco que quería deshacerse de material imperfecto también le sirvió para darle un origen a la pobre Madelyne cuando Jean Grey resucitó y el mundo se quedó pequeño para tanta pelirroja. Y así Maddie, mascota de este blog por excelencia, pasó de "parecerse a Jean" a ser un clon suyo ideado por Siniestro. Con tanta copia y fuerza Fénix, no había quién se enterase de cuál era la de verdad y cuál no (en la imagen superior, Mr. Siniestro pasa el rato con su ejército de Madies y alguno de sus "yoes").
- Discordia: "La Canción del Verdugo" fue la gran saga de principio de los noventa, la primera aventura en la que se reunieron a los grupos surgidos tras la marcha de Claremont y la forma perfecta para dar más consistencia a la franquicia mutante. Pero los comentarios sobre la saga lo dejaremos para otro día. Lo que importa aquí es el villano de la historia. El hombre que disparó al Profesor Xavier y que casi acaba con su vida... ¡¿Cable?! No, claro que no. Eso no tendría sentido. Mucho mejor que fuera un clon de Cable creado y criado (torturado más bien) por Apocalipsis, gobernante de ese futuro distópico.
- Joseph: Tanto empeño pusieron en los 90 en volver a Magneto malo, que cuando quisieron usarlo en los X-Men, ya era imposible. La solución fue fácil: sacarse de la manga una versión más joven, más amnésica, más moralista y más aburrida para integrarlo en el grupo y arrejuntarlo con Pícara (a parte de Cíclope y ella, debe haber pocos personajes que se hayan liado con el clon y el original). Por supuesto, Magnus no se tomó nada bien que alguien hubiera hecho una copia de él (tiene un trauma desde que le sustituyeron por un robot en los años 60) y el bueno de Joseph acabó muerto. De momento, que ya se sabe que los clones tienen tendencia a ser reclonados. Si no que le pregunten a Maddie o a Discordia.
- X-23: Al igual que Haley Quinn antes que ella, la pequeña Laura nació en una serie de televisión, en concreto en la olvidada "X-Men Evolution". De ahí la recató Joe Quesada para su proyecto sobre mutantes sin hogar "NYX" y de un salto, acabó en la mismísima Patrulla X y convirtiéndose en la clon femenina de Lobezno. La clonación ha avanzado un montón, ahora le pueden cambiar el sexo, el número de garras (Laura tiene 2 en cada mano y, al menos en NYX, 2 en cada pie), la cantidad de vello corporal... Eso sí, la simpatía de Logan no se la pudieron quitar.
- Las Cucos de Stepford: Quién quiere un clon cuando puede tener 5, sobre todo si es de Emma Frost, debió pensar Grant Morrison cuando creó a estas quintillizas con mente de colmena y el humor de un iceberg. Pero 5 siguen siendo pocas Emmas (bueno, en ese momento ya sólo quedaban 3 vivas), así que en "La Canción de Guerra de Fénix" se rebeló que, en realidad, eran parte de un programa Arma (y quién no en el mundo mutante) y que, en realidad, el número de clones de 1000. Desgraciadamente, a nadie le pareció buena idea dejar sueltas a otras 900 Reinas Blancas y al final del cómic, sólo quedaron las de siempre.
Y con esta bonita imagen de la cadena de producción de Emmas Frost digna de "Matrix" me despido hasta el próximo día. Clonados saludos a todos.
Blog sobre la vida, muerte y vicisitudes varias de los X-Men y el resto de mutantes de Marvel.
martes, 19 de febrero de 2013
Luke, yo soy... tu clon
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lunes, 18 de febrero de 2013
Un vistazo a la actualidad: Cisma y Regénesis
Ahora que Marvel Now! está a punto de caer sobre nosotros y que Bendis pronto será investido como maestro de ceremonias para torturarnos porque las películas mutantes no venden tanto como la de los Vengadores, habrá que echar un vistazo a todo lo que ha ocurrido desde que me perdí en el ciberespacio. Pero antes… NOOO! Bendis, no. Qué injusto es el mundo, ahora que Kieron Gillen consiguió
que la Patrulla X volviera a ser número 1 (y sin Lobezno) le cambian de serie y traen a… Bendis.
Pero bueno, ya habrá tiempo de despotricar sobre Marvel Now cuando llegue a España. De momento, vamos con los últimos estertores de Cisma. Cisma en su momento fue una gran idea, una forma de combinar la novedad de los últimos tiempos (la nación de Utopía) con lo más tradicional (la recuperación del Instituto). Vale que el Cisma en sí mismo fue una chorrada y que es tan difícil creer que Lobezno se preocupa por los críos que los guionistas no dejan de usarlo como broma cada vez que tienen oportunidad. Además era una manera estupenda de reorganizar la franquicia haciendo el enésimo intento para separar a los X-Men en grupos manejables y darle voz a personajes algo olvidados como Vaina, Bala de Cañón, el Hombre de Hielo (el eterno secundario), Magik, Estrella del Norte e, incluso, recuperar a auténticas antigüedades como Mímico o X-Man.
Una pena que este nuevo status quo que tanto podría haber dado de sí exprimiendo la rivalidad entre bandos se haya quedado en la cuneta tras unos escasos 20 números americanos. Pero el mercado es el mercado y parece que había que montar algo gordo para recuperar la plaza de primera editorial de cómics que le arrebató DC con su Nuevo Universo. Ya veremos qué tal. De momento, seguiremos repasando las series, empezando por la colección madre: La Imposible Patrulla X. Es curioso que las dos series cabeceras de cada bando hayan salido tan extrañas. En el caso de La Imposible Patrulla X, sus rarezas vienen, sobre todo, por tener un compuesto casi en exclusiva por antiguos (y nuevos) villanos: Emma Frost (antigua Reina Blanca del Club Fuego Infernal), Magneto (terrorista mutante por antonomasia), Namor (archinémesis de los 4F), Magik (hechicera demoniaca dominada más de una vez por su lado oscuro), Coloso (antiguo buenazo poseído por el poder del Juggernaut), el Dr. Némesis (que llegó a trabajar para los nazis), Peligro (antigua Sala de Peligro con tendencias homicidas no resueltas) y Cíclope (que últimamente se le ha ido la olla más de lo debido). Esos aparte de Tormenta, cuya mayor falta en la vida fue casarse con Pantera Negra y convertirse en una cuarentona aburrida.
Pero semejante tropa, reunida para dejar claro al mundo lo malos que pueden llegar a ser los mutantes si les tocan las narices, no fue lo que llegó a hacer que la serie se convirtiera en la más vendida de la editorial. Tampoco el reciclaje de Falange a modernos zombies tecnorgánicos o el recorrido turístico por la interesante Tábula Rasa (una versión hiperevolucionada de Tierra Salvaje). Lo mejor de la serie ha sido, sin duda, el renacimiento de Mister Siniestro como un macabro sibarita que consigue hacerse su propio reino en el que hasta las vacas son clones suyos y todas las mujeres son Madelyne Pryor. Sólo por conseguir convertir al primo hortera de Drácula en uno de los villanos más inquietantes e interesantes de la historia, Kieron Gillen merecería quedarse la serie para siempre. Lástima que Bendis se haya encaprichado con los mutantes.
Bueno, mañana más. Cismados saludos a todos.
Pero bueno, ya habrá tiempo de despotricar sobre Marvel Now cuando llegue a España. De momento, vamos con los últimos estertores de Cisma. Cisma en su momento fue una gran idea, una forma de combinar la novedad de los últimos tiempos (la nación de Utopía) con lo más tradicional (la recuperación del Instituto). Vale que el Cisma en sí mismo fue una chorrada y que es tan difícil creer que Lobezno se preocupa por los críos que los guionistas no dejan de usarlo como broma cada vez que tienen oportunidad. Además era una manera estupenda de reorganizar la franquicia haciendo el enésimo intento para separar a los X-Men en grupos manejables y darle voz a personajes algo olvidados como Vaina, Bala de Cañón, el Hombre de Hielo (el eterno secundario), Magik, Estrella del Norte e, incluso, recuperar a auténticas antigüedades como Mímico o X-Man.
Una pena que este nuevo status quo que tanto podría haber dado de sí exprimiendo la rivalidad entre bandos se haya quedado en la cuneta tras unos escasos 20 números americanos. Pero el mercado es el mercado y parece que había que montar algo gordo para recuperar la plaza de primera editorial de cómics que le arrebató DC con su Nuevo Universo. Ya veremos qué tal. De momento, seguiremos repasando las series, empezando por la colección madre: La Imposible Patrulla X. Es curioso que las dos series cabeceras de cada bando hayan salido tan extrañas. En el caso de La Imposible Patrulla X, sus rarezas vienen, sobre todo, por tener un compuesto casi en exclusiva por antiguos (y nuevos) villanos: Emma Frost (antigua Reina Blanca del Club Fuego Infernal), Magneto (terrorista mutante por antonomasia), Namor (archinémesis de los 4F), Magik (hechicera demoniaca dominada más de una vez por su lado oscuro), Coloso (antiguo buenazo poseído por el poder del Juggernaut), el Dr. Némesis (que llegó a trabajar para los nazis), Peligro (antigua Sala de Peligro con tendencias homicidas no resueltas) y Cíclope (que últimamente se le ha ido la olla más de lo debido). Esos aparte de Tormenta, cuya mayor falta en la vida fue casarse con Pantera Negra y convertirse en una cuarentona aburrida.
Pero semejante tropa, reunida para dejar claro al mundo lo malos que pueden llegar a ser los mutantes si les tocan las narices, no fue lo que llegó a hacer que la serie se convirtiera en la más vendida de la editorial. Tampoco el reciclaje de Falange a modernos zombies tecnorgánicos o el recorrido turístico por la interesante Tábula Rasa (una versión hiperevolucionada de Tierra Salvaje). Lo mejor de la serie ha sido, sin duda, el renacimiento de Mister Siniestro como un macabro sibarita que consigue hacerse su propio reino en el que hasta las vacas son clones suyos y todas las mujeres son Madelyne Pryor. Sólo por conseguir convertir al primo hortera de Drácula en uno de los villanos más inquietantes e interesantes de la historia, Kieron Gillen merecería quedarse la serie para siempre. Lástima que Bendis se haya encaprichado con los mutantes.
Bueno, mañana más. Cismados saludos a todos.
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