Al analizar la etapa de Brian Michael Bendis al frente de los X-Men, uno podría pensar que ambos cómics están escritos por personas diferentes.
En Imposible Patrulla X, hemos encontrado un cómic sorprendente que se adentraba en un terreno tan poco transitado como el de una revolución mutante alternando números intensos con otros más tranquilos (como manda la tradición mutante), en los que aprovechaba a desarrollar a los personajes. Estos han sido siempre lo más importante de la colección (otra tradición mutante) y todos ellos han tenido su espacio para evolucionar. Gracias a eso hemos conocido a Triaje, Disruptor, Benjamin Deeds, Bolas Doradas o Tempus además de seguir presenciando la evolución de Emma, las Cuco, Magik, Magneto o Cíclope. A todos les ha conseguido sacar partido. Hay que reconocerle a Bendis que arriesgó con los personajes. Gillen, su predecesor en la serie, se había atrevido ha sacar una serie mutante sin Lobezno o el Hombre de Hielo, pero es que Bendis ni siquiera conservó a gente tan popular como Coloso o Tormenta. Y, para mejorar las cosas, les estropeó los poderes. Hay que tener confianza en uno mismo para sacar una serie mutante con el único sostén de Cíclope, Magik y Emma Frost (a Magneto lo cedió a mitad de colección) teniendo a dos de ellos sin poderes. Sólo Claremont (que dejó a Tormenta sin poderes durante una década y fue cambiando a casi todos los miembros del grupo por secundarios) ha tenido tantas narices para hacer lo que le venía en gana en la serie más importante de la franquicia mutante y ha conseguido el suficiente éxito para que nadie le rechiste.
Sin embargo, en Nueva Patrulla X, el guionista que encontramos es totalmente diferente. Si en Imposible Patrulla X seguía todas las tradiciones mutantes de los 70 y los 80, en Nueva Patrulla X parece agarrarse a las de los 90 y principios de siglo. Ahí está la tontería de nuevos poderes que le ha dado a Jean Grey, la introducción de millones de mutantes de futuros alternativos que no tienen más interés que hacer un rediseño del personaje (y que no se vuelven a usar más) o la incapacidad para usar al pobre Ángel sin tener que cambiarle los poderes. Y todo ello combinado con las propias obsesiones de Bendis como los crossovers continuos entres sus series, la manía de meter personajes estrella (ya me dirán qué pinta X-23 con la Patrulla del pasado) o la necesidad de estar dando golpes de efecto cada dos por tres (como la ridícula salida del armario del Hombre de Hielo joven). Las historias han sido bastante normalitas y predecibles, los crossoves han tenido demasiado relleno (sobre todo el último), los personajes (salvo Jean) no han evolucionado nada, la lógica brillaba en ocasiones por su ausencia (la excusa para pasarse al bando de Cíclope es absurda) y había casos en los que un poco más de documentación no le hubiera ido nada mal. Eso por no hablar de que ha creado una paradoja temporal tan grande que van a tener que darle la colección a Peter David para que la resuelva (le encanta arreglar entuertos de otros guionistas) porque recordemos que el Ángel de las alas cósmicas y la Jean Grey que puede fusionar telepatía con telequinesis (signifique lo que signifique eso) vienen del pasado directo y no de una línea paralela ¿Cómo van a hacer para que la historia siga su curso? Pues me da que obviando lo evidente y corriendo hacia delante, que en algún momento se solventará sólo.
Pues lo dicho. Son como si las hubieran escrito dos personas diferentes. Una ha sido una pasada y la otra totalmente prescindible. Así que no ha estado tan mal. Por lo menos, el 50% de su etapa merece la pena. Hay muchos guionistas de los X-Men que no han llegado a tanto. Esperemos que los que vienen, al menos estén a la altura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario